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jueves, 3 de julio de 2014

Edgar Morin: La necesidad de un pensamiento complejo

Por Daniel Lara Sánchez



Morin, Edgar, “La necesidad de un pensamiento complejo”, en Moena, S. (1997), Pensamiento complejo en torno a Edgar Morin, América Latina y los procesos Educativos, Santa Fe de Bogotá, Magisterio, pp.13-22.


En un mundo como el nuestro donde se busca con afán lo más fácil y rápido en todo, o la manera más rápida de hacer las cosas y por lo tanto vivimos en un contexto en donde la simplicidad parece englobar nuestras formas de entender el mundo, la propuesta que Morin plasma en este texto, sobre un pensamiento complejo, es más que nunca, necesaria.
                Desde el inicio del capítulo hay una declaración de principios. Morin señala cómo la ciencia en el siglo XX se enfocó en producir conocimiento por medio del determinismo, la abstracción y la especialización, lo que de alguna manera, redujo la complejidad inherente a cualquier fenómeno estudiado.
                Morin apuesta por la necesidad de ubicar la producción de conocimiento en un contexto, y señala de manera efectiva que en la actualidad, ese contexto es el mundo (aquí se conecta con autores como Giddens o Lipovetsky). De esta manera, Morin propone una reforma de pensamiento que articula y organice el conocimiento humano.
                Después de señalar que la palabra complejo encuentra en sus raíces etimológicas su verdadera orientación (“lo que está tejido en conjunto”), Morin articula diversas corrientes teóricas e ideas propias para la construcción de una propuesta de lo que él llama pensamiento complejo que, según sus propias palabras “busca, al mismo tiempo, distinguir –pero sin desunir- y religar”, considerando además la incertidumbre (es decir, la posibilidad de la espontaneidad y el azar en el devenir de los acontecimientos y las maneras de entenderlos).
                La propia metáfora usada por el autor nos es útil para sintetizar la propuesta del pensamiento complejo: un edificio en cuyas bases tiene las tres teorías que dan sustento a este tipo de pensamiento: la teoría de la información, la cibernética y la de sistemas. Sobre tales cimientos, un piso conformado por las ideas de cuatro autores: Von Neumman (con su teoría de los autómatas autoorganizadores), Von Foerster (y su descubrimiento del principio del orden por el ruido), Atlan (con la teoría del azar organizador) y Prigogine (y su idea de organización a partir del desorden). Morin completa el edificio con tres principios que intentan explicar la dinámica del mundo moderno: el principio dialógico, el de recursión y el hologramático.
                Personalmente, me parece que la parte más rica e interesante del texto para los educadores ambientales es justamente esta última, la de los tres principios, pues en ellos podemos encontrar (especialmente en el principio hologramático) una forma diferente y creativa de entender las relaciones de los seres y su medio ambiente. Además, como se mencionó al principio, es necesario que desarrollemos un pensamiento complejo como educadores con un interés ambiental.
 

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