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martes, 3 de febrero de 2015

Moacir Gadotti: Educación del futuro

Por Daniel Lara Sánchez



Gadotti, Moacir (2002), “Educación del futuro”, en Pedagogía de la Tierra, México, Siglo XXI; pp. 27-50.
 
“No se puede ser profeta en Ciencias Sociales”, nos decía allá por los años 90 el excelente profesor Ignacio Sánchez Cid (q.e.p.d.) a los alumnos de Periodismo en la entonces ENEP Acatlán. Y tenía razón. En las Ciencias Humanas, aventurarse a imaginar escenarios futuros es complicado y hasta riesgoso. Sin embargo, cuando se cuenta con un bagaje teórico suficiente y una prosa acertada y crítica, como en el caso de Moacir Gadotti, bien se puede intentar proponer ideas para el futuro, sin por ello convertirse en un falso profeta. Por ello mismo, el autor decide iniciar este capítulo con un epígrafe que rescata una maravillosa cita de Paulo Freire sobre, precisamente, los profetas, en este caso, los profetas educativos. Porque el maestro, el educador, y en especial el educador ambiental, sí puede y debe ver a futuro.
                Para lograr echar un vistazo al futuro, es necesario anclarse en el pasado y en el presente. Gadotti lo hace en este artículo al explicar, antes que nada, cómo y por qué el modelo de desarrollo capitalista fue construyendo un modo de vida potencial y realmente destructivo con el medio ambiente para, con base en ello proponer que tal situación no debe llevarnos al inmovilismo (p.28). Con fundamento en esta base contextual, el autor comienza a presentarnos diversas categorías teóricas para comprender la propuesta de educación del futuro: Planetariedad, Sustentabilidad, Virtualidad, Globalización y Transdisciplinariedad.
                Con base en estas categorías y en conceptos extraídos de diversos autores (entre los que destaca, por supuesto, Edgar Morin), Gadotti construye la propuesta de Pedagogía de la Tierra como sustento de la educación del futuro. Propuesta en la que conceptos como vida cotidiana, acción comunicativa, imaginario, curiosidad, empatía y esperanza, entre otros, dan forma a la estructura del trabajo epistémico y práctico.
                Una de las partes que, personalmente, me parecen con mayor propuesta y reflexión de todo el capítulo es precisamente la referida a la conceptualización de un nuevo profesor, un nuevo alumno, una nueva escuela, un nuevo sistema de enseñanza y un nuevo currículo.  La influencia freiriana es evidente en esta sección, donde un estilo de escritura ameno y desafiante invita al lector a imaginar tales categorías cristalizadas. Pensando más profundamente, creo que tales categorías podrían y deberían aplicarse a la Educación Ambiental.
                El texto finaliza con una especie de obsequio del autor a los lectores: la transcripción de la “Carta de la Transdiciplinariedad” que complementa y enriquece la exposición de las ideas del autor en este interesante y motivador capítulo.

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