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jueves, 6 de noviembre de 2014

Algo sobre la educación ambiental no formal (Ramón Lara)

Por Daniel Lara



Lara, Ramón (1997), “Informe sobre los proyectos de educación ambiental no formal”, en Revista Iberoamericana de Educación, OEI, número 11.


El texto revisado es un informe sobre una Reunión Técnica del Programa de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos) sobre Educación Ambiental en Iberoamérica, realizado durante marzo de 1996 en Colombia. En dicha reunión, por lo que indica el texto, se presentaron experiencias de Educación Ambiental procedentes de América Latina, así como de España y Portugal. En ese sentido, este artículo tiene un carácter meramente informativo/descriptivo; sin embargo, puede calificarse como una excelente radiografía no sólo de la reunión mencionada (y por lo tanto de este campo en Iberoamérica), sino de cómo puede clasificarse y orientarse la educación ambiental en el ámbito no formal, es decir, extracurricular. Una de las primeras conclusiones a la que nos lleva la lectura es a la reflexión de que, hasta cierto punto, las condiciones sociopolíticas de los diversos países latinoamericanos son similares, por lo que los síntomas de la crisis ambiental pueden coincidir en muchos casos aunque con matices contextuales específicos. Esto lleva a pensar que la educación ambiental no formal en la región también puede llegar a coincidir en objetivos, visión y, en algunos casos, aplicaciones.
                Me parece que una de las mayores aportaciones de este texto a nuestro curso y nuestra formación es una definición bastante precisa sobre la Educación Ambiental no formal: “sistema complementario de la labor que desarrollan las instituciones educativas, reconociéndose su importante valor como instrumento coadyuvante para los necesarios cambios de comportamientos, actitudes y valores, que reclaman las sociedades que estamos analizando, todas ellas afectadas por procesos de deterioro ambiental significativos” (p. 4).
                A partir de la clasificación que Lara lleva a cabo de las experiencias presentadas a la Reunión de Colombia, el lector va comprendiendo diversos aspectos y características de la educación ambiental no formal: desde sus antecedentes históricos y los parteaguas históricos que le fueron dando sentido (como la Conferencia de Río), hasta los tipos de casos estudiados, los objetivos (también divididos en categorías), las personas encargadas de diseñarla e implementarla, los destinatarios, los contenidos (se proponen los conceptuales, procedimentales y actitudinales), la metodología, la necesidad de materiales y equipos, la financiación, los resultados y la divulgación/comunicación, así como sus nexos con la Educación Ambiental formal. Con base en todo esto, podemos ver que la EA no formal es creativa, incluyente, integradora e independiente.
                De todos estos aspectos, interesantes sin duda, me llamó especialmente la atención el relativo a la divulgación y comunicación. Lara señala, con mucha razón, cómo la EA no formal tiende, en general, a no cuidar este aspecto, por lo que poco se sabe de este tipo de experiencias. Y señala cómo, la corrección de este aspecto, podría ayudar a la mejora del sistema educativo y del medio ambiente.