Schwab, J. (1969), “Un enfoque
práctico como lenguaje para el currículum”, s/d, pp. 197-209.
En
este combativo texto, Schwab inicia de manera tajante afirmando que “el campo
del currículum está moribundo”. Afirmación sin duda polémica y discutible, pero
atrayente. Para fundamentar tal observación, el autor revisa, con ejemplos,
analogías e ideas prácticas, la situación en general del currículum educativo.
Al leer el capítulo, en mi caso, vinieron a mi mente dos preguntas: primera,
¿qué tan aplicables son las afirmaciones de Schwab al campo de la educación en
México, y particularmente desde mi experiencia laboral? La respuesta fue: en
casi todos los casos; segunda, ¿cómo aplicar estas afirmaciones al campo de la
Educación Ambiental?... la respuesta sigue en construcción.
En
cuanto a la primera cuestión, mientras más leía el texto, más iba reflexionando
en cómo las observaciones del autor iban retratando mi propia experiencia. Por
ejemplo: Schwab dice que el currículum es incapaz de seguir contribuyendo de
manera significativa al progreso de la educación (¡y lo escribió en 1969!)… lo
cual, en ocasiones, me parece totalmente cierto: ¿cuántas veces el “diseño
curricular” sólo sirve para reproducir las representaciones e ideologías
oficiales (de las autoridades gubernamentales y educativas) en los planes y
programas de estudio?; ¿cuántas veces no coarta la creatividad del maestro, si
éste no tiene la capacidad para dejar de ceñirse y plegarse ante los formatos
cerrados de los programas de materia? En una segunda observación, el autor
señala que el currículum ha caído en una excesiva teorización, lo cual, también
es cierto en muchas situaciones curriculares: no se recuperan en los planes y
programas de estudio cuestiones prácticas ni se entiende al acto educativo como
algo vivo y cambiante.
A
lo largo de la lectura, el autor expone las diversas “huidas” e “ineptitudes”
del currículum pero, a diferencia de muchos otros textos críticos (o
criticones), en este se presenta una propuesta específica (el currículum
práctico) y se puede percibir una postura esperanzadora: “habrá un renacimiento
del campo” (p. 197). Esto puede materializarse en el caso del diseño de planes
y programas en Educación Ambiental.
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