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lunes, 4 de agosto de 2014

Los bienes modernizadores: Arnold Bauer

Por Daniel Lara Sánchez



Bauer, A. (2002), “Bienes modernizadores: La cultura material en el pináculo del primer liberalismo”, en Somos lo que compramos, México, Taurus, pp. 177-219).



Al leer este capítulo del libro de Bauer, fue inevitable relacionarlo con el texto de Agustín Cueva, El desarrollo del capitalismo en América Latina (México, Siglo XXI). Ambos autores (aunque Bauer lo hace con un estilo más ágil y explicando desde la cotidianeidad) se refieren al siglo XIX (y principios del XX) en nuestro continente y cómo la formación de una incipiente burguesía fue dando sentido a nuevas formas de relaciones económico-sociales y, por lo tanto, de consumo. Personalmente, lo que me pareció más interesante del capítulo, fue la manera en que podemos ir relacionando los procesos de consumo que ahí se explican con la actualidad. Por ejemplo:
·         Después de los procesos independentistas, parte de la nueva clase política dominante (los criollos primero y los grupos tanto conservadores como liberales) mira hacia nuevas latitudes europeas: Francia, sobre todo, e Inglaterra. Esto originó la promoción de modas importadas en diversos bienes de consumo, en las que se notaba una preferencia por lo extranjero. En la actualidad, los procesos de consumo son similares: sigue manifestándose una preferencia por bienes importados (ahora le decimos malinchismo) sobre los nacionales.
·         Inicia la formación de una clase media incipiente, a la cual se dirigen varios de los procesos de consumo. El famoso Manual de Carreño es una evidencia de cómo tales sectores medios se entienden a sí mismos y muestra su anhelo de ser como la clase alta. Actualmente, aunque ya casi no hay clase media, lo que queda de ella sigue imitando los modelos de consumo de los grupos adinerados.
·         El tiempo, como resultado de este modelo civilizatorio, comienza a medirse, pesarse y pensarse en oro en nuestro continente, por lo que las actividades en general y las de consumo en particular, se modifican en relación con esa nueva forma de entender al tiempo. Hoy día, vivimos apresurados y esclavos del reloj.
·     La transformación de los espacios públicos y privados alteró las formas de convivencia y produjo una urbanización cada vez más acelerada en detrimento de la vida en el campo. Esto, hasta la fecha, sigue siendo una realidad: los centros económicos, políticos y culturales de nuestros países se encuentran en zonas urbanas.
·         El vestido y la alimentación se guían por modas y no por necesidades o practicidad. En nuestros días, y quizá más que nunca, se consume no por necesidad verdadera, sino por estatus e imagen (palabra que se usa como nunca antes para referirse a personalidad o carácter).
En resumen, este texto de Bauer nos presenta un poco más de información, desde la cotidianeidad, sobre la conformación en América Latina de eso que llamamos “modernidad”.
 

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