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sábado, 28 de febrero de 2015

La educación ambiental como campo



Benítez, Nancy (2007), “Educación ambiental: una aproximación desde las propiedades de los campos según Pierre Bordieu”, en Caminos Abiertos número 167, enero-marzo.





La teoría de los campos y capitales de Pierre Bordieu, desde su origen, ha originado intensos debates en áreas diversas como la antropología, la sociología, la comunicación y otras. Faltaba un acercamiento a este pensamiento teórico desde la Educación Ambiental (EA). A esta tarea se aboca Nancy Benítez en este interesantísimo texto en el que describe las propiedades de los campos según el propio Bordieu, aplicándolas, precisamente, a la EA.
                Así, cada una de las siete propiedades que Bordieu asegura que caracterizan a un campo, va siendo analizada por la autora en el caso de la EA. Por ejemplo, en torno a la primera propiedad, “lo que define al campo”, Nancy Benítez habla sobre las dos palabras que dan forma a la expresión “Educación Ambiental” para, a partir de ahí, aclarar al lector qué es lo que está en juego en este (ya podemos llamarlo así) campo. Es interesante el breve recuento de las definiciones que sobre la EA se han construido a lo largo de la historia en espacios y momentos diversos y resulta enriquecedor el contraste realizado entre las propuestas educativas de la EA y la educación para el desarrollo sustentable.
          En cuanto a la segunda propiedad de los campos, su estructura, Benítez analiza tal característica desde tres niveles: mundial, regional y nacional. Una observación que me parece pertinente hacer es que, en el texto, se desarrolla muy poco el concepto de capital, básico en Bordieu, y se lo reduce solamente al capital económico (disposición de recursos), cuando en la teoría del sociólogo francés se resalta la particular importancia que en los campos tiene tanto el capital cultural como el simbólico, y que sin duda en la EA también se presentan de manera clara.
                Después de una rápida revisión a la tercera propiedad del campo, en donde se nos aclaran los conceptos de ortodoxia y heterodoxia o herejía, en la caracterización de la cuarta propiedad resalta el recuento de las diversas posturas de varios educadores ambientales en relación con el desarrollo histórico de la EA.
                La revisión de las tres últimas propiedades del campo nos permiten entrever que la EA es un campo en construcción (como ya se sugería desde el inicio del texto); y, en la última parte del artículo, a través de un pertinente y conciso resumen, la autora nos invita a la reflexión sobre la necesidad de que el campo de la EA se consolide en función de alcanzar sus objetivos y de seguirse perfeccionando como campo y como propuesta educativa.
                Finalmente, me gustaría sugerir que, en posteriores revisiones del texto, el concepto de Hábitus, también importantísimo en el pensamiento de Bordieu, se trabaje con ejemplos en el cuerpo del texto y no sólo se le mencione en una nota a pie de página.

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